Fish & Chips Benidorm

La calle del @~#¬!

– Benidorm antes era más cara. Ahora se ha hecho más low – cost.
No me acababa de creer lo que contaba Toni hasta que empecé a descubrir los lugares de tapas de este pueblo.

La multiplicación de los panes y el sushi

– ¡David, tío, no jodas!
Me giro hacia la mesa en cuestión.
– Nos habías prometido que aquí no había sushi, que esto era un restaurante normal

De David's farewell party from Kiev

Cruzpueblo: la cerveza más infame del mundo

– Esa de ahí
Pido una cerveza en la barra.
Me cojo la baratita. A lo mejor es un pelín mala, para costar 7,5 en vez de 9 hryvnias la pinta, pero no pasa nada. “Estoy aquí para probar cosas nuevas” me digo.

Droga. Síndrome de abstinencia.

Nunca antes me había llamado la atención. Hasta que llegué a Kiev.

Su aroma es extraordinario. Su sabor es inconfundible. Pasea por mis labios continuamente. O lo hacía hasta hace poco. Es un dulce veneno. No un bálsamo de fierabrás, sino su opuesto. Es una droga, al fin y al cabo. Y me ha enganchado durante demasiado tiempo.

Agua por un tubo

No, no estoy hablando de que haya agua en cantidades industriales. Es que una de las anécdotas de esa primera mañana en Karpatia es cuando paramos para beber agua del lugar.

El conductor del minibus que nos lleva desde la estación de tren hasta el hotel donde pasaremos esa semana detiene el vehículo, dentro del cual se forma un gran revuelo, mientras todo el mundo se dispone a bajar, botella de medio litro vacía en mano.

– ¿Qué pasa ahí delante? ¿Hay una tómbola? ¿Regalan algo? – pregunto
– No, es que hay una fuente de agua de Karpatia ahí mismo; ven corre, ven a probarla

Bueno, pues ahí esta el tubo que sale de la roca de donde todo el mundo rellena la botella.

Carne picada: tirar después de comprar

Acabo de preparar los spagetti para mañana. Hemos vuelto hace poco de Karpatia, de nuestro “retiro” como UNVs en estas montañas. Mañana es un día como otro cualquiera en Kiev, o sea que hay que ir a la oficina y a ser posible llevarse algo preparado o cocinarlo onsite mañana mismo. Me decanto por la primera opción.

Esa fue la noche en que conocía a Pablo. Raimond me lo presentó entonces. Él le había invitado a venir a casa.

Pablo observa cómo acabo de preparar los spagetti bolognesa. No ha cenado y aquí tengo para dar de comer a un regimiento.

– Pablo, quédate a cenar, hombre – le digo mientras le voy poniendo un plato de pasta
Sigo haciendo mis cosas mientras Pablo se prepara para empezar a devorar el plato que he preparado para él, cuando le oigo decir “Esta carne está en mal estado”.

¿Cocináis?

(Estamos viendo el nuevo piso, viene de Comité de Bienvenida)

– Hombre… pues… sí – respondo sorprendido por la pregunta.

Con el tiempo entendería el por qué.
Ucrania, o cuanto menos Kiev, es un lugar donde la comida precocinada impera. Hasta ahora nunca había ido más allá del salmón o la trucha en el mundo de los ahumados. Pero llegado a este sitio, descubro que hay vida más allá del pescado para este tipo de productos.

De hecho, lo cierto es que tiene practicamente cualquier tipo de carne ahumada. Hay suficiente como para que si alguien viene para pasar unos cuantos meses no tenga necesidad ni de acercarse a los fuegos de la cocina. Del supermercado a la nevera, de la nevera a la mesa, de la mesa a la boca sin pasar por la cacerola.

La comida recién cocinada es otro producto con tirón en los super ucranianos, aunque claro, ahí tal vez sea mejor tener un microondas, pues se puede enfriar rápidamente desde que la compras hasta que llegas a casa.

Además, se da también que puede llegar a ser más barato comer en un bar o pizzería que comer en casa mismo. En los primeros los precios están mucho más bajos que en sus análogos en otros países de Europa. No así con los últimos, cuyos productos tienen un precio muy parecido, cuando no el mismo, que en un supermercado español, por ejemplo.

Todo esto no es que incentive mucho el arte de la cocina en Ucrania.

Razones para palmarla pronto en Ucrania

Me sorprendió bastante en su día ver lo baja que era la esperanza de vida en Ucrania.

Claro, luego uno llega aquí y se da cuenta de por qué: cosas tales como el estado de la sanidad pública, recomendar beber vodka como medicina para el constipado u otras costumbres del país hacen que la gente la palme pero rapidito.

Tortilla española con un par de huevos

O con cinco pares.

En la Youth todos los viernes montamos alguna actividad un tanto especial. Esta semana se me ocurrió proponer que el viernes yo podía cocinar para todos, hacer el Día de la Cocina Española. La gente lo recibió muy bien.

Son poco menos que las 13:00. Es hora de ir haciendo la comida. La verdad, no tengo ningunas ganas. Encima, como me he comprometido a hacer tortilla española, ya veremos cómo sale esto. La mayor parte de los experimentos que he hecho con este plato han acabado siempre en catástrofe, y lo hacía para mi, así que hoy que voy a necesitar usar cinco pares de huevos la camisa no me llega al cuerpo.

Corto y frío las patatas. Eso no tiene ningún misterio. Hago lo propio con la cebolla. Ok. Bato el huevo. Lo remezclo todo. Lo dejo que vaya cuajando. El olor empieza a impregnar la cocina, y después pasa al resto de la oficina. Los compañeros empiezan a preguntarme cuándo va a estar. Pido paciencia, porque queda lo que para mi se hace un mundo. Rezo porque a la hora de darle la vuelta la broma no termine en catástrofe. Para eso, esta vez prefiero esperar a que esté cuajada del todo, por todas partes. Prefiero pecar por exceso que por defecto.

Llega el momento. Además, con una sartén tan grande, y una tortilla que también, no sé si algo se me irá de las manos. Quién me manda a mi meterme en estos fregados. Si la pifio, ya veremos qué comemos todos los que estamos hoy aquí.

Coloco el plato tamaño XXL encima. Tomo aire. Tengo los nervios más atacados que la nave del Star Trek. Ejecuto la maniobra…

Voilá. Estoy vivo y esto ha salido bien. Al final, la operación tortilla es llevada a buen puerto. No me lo creo ni yo. Esto merece una foto (o dos)

Todos nosotros, en el Spanish Lunch

Señalando mi obra

Muy mala no me ha debido de salir. Hay que ver con qué velocidad ha caído.