Perdiendo el avión

Miércoles, 14 de octubre de 2009.

Parece que fue ayer cuando me enteré de esto de la ONU. El voluntariado que he conseguido con ellos a través de la Universitat de Valencia me da la oportunidad de irme a desarrollar un sistema de gestión de contenidos en Kiev, la capital de Ucrania. Hoy muchos voluntarios vamos a nuestros respectivos destinos. A mi lado está Víctor, un chaval de Madrid con destino Ecuador.

Víctor es un tío majo. La verdad es que me duele verle tan abatido.  Es duro perder el avión, sobre todo cuando se tiene tanta ilusión por llegar a tu destino, como voluntario de la ONU. Probablemente, para cuando lleguemos al aeropuerto el avión habrá despegado ya. Se habrá ido. ¿Qué tocará hacer? ¿Quedarse uno o varios días deambulando por Francfort cuando el resto de tus compañeros se han ido ya a sus destinos? ¿Comprar por internet otro ticket a pesar de lo que pueda valer? ¿Replantear el tuyo y tener que atenerte a lo que te diga la compañía, sea salirte más caro o tener que irte mucho después?

Todas las opciones parecían malas. Las llamadas habían sido constantes pero nadie las había respondido. Extenuante.

Intento animar a Víctor. Siempre le gusta oírme contar chistes así que, como este grupo es de lo más inspirador que he encontrado en los últimos años, todavía me quedan unos cuantos. El resultado es bueno. Los sinsentidos que suelto dibujan la sonrisa en la cara de Víctor. Me gusta ver que se lo pasa bien. Me gusta ver que se olvida de todo este gran problema. Me gusta ver que se da cuenta de que no se puede hacer más que lo que se ha hecho.

Lo único que me jode es el hecho de que quien está a punto de perder su vuelo a su país de destino soy yo.